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¿Me quedo o me voy?  La duda que no te deja dormir

El amor se percibe como algo que se da en automático, como una meta por alcanzar, pasaste una temporada soltera esperando que llegara la persona para ti y cuando llegó se sintió como misión cumplida, lograste tu objetivo. Pero, ese fue solo el principio, el amor no subsiste por sí mismo, cuidarlo y conservarlo es intencional, con la convicción de seguirse eligiendo cada día.


Ha pasado el tiempo y te das cuenta de que no ves a tu pareja como antes, que ya no hay romance, que te sientes sola en la relación y además algunos de sus pequeños hábitos que en un inicio te causaban gracia hoy te sacan de tus casillas.


Al mismo tiempo, las prisas de la vida te mantienen con la mente en otra parte. Haces mil cosas, llegas a casa a quejarte de lo cansada que estás y a contar todos los problemas del trabajo. Acto seguido, le reclamas a tu pareja todo lo que no ha hecho, que se le olvidó llevar el carro al taller, que no sacó la basura, que no hizo esto o aquello de los niños y demás quejas que puedas tener, hasta de la ropa que “debería” usar. Le haces ver que ya no es romántico como antes, que ya no te escucha y prefiere ver el teléfono mientras le hablas, te enojas porque prefiere irse con sus amigos que estar en la casa. Sientes que estás llevando toda la carga de la relación, te sientes sola, cansada y frustrada. Y ¿Por qué lo sé? Porque antes de mi transformación, esa era yo.


Si lees de nuevo el párrafo anterior y te pones en sus zapatos, quizás tengas la respuesta de por qué ha dejado de escuchar o prefiere no estar en casa. Espera, espera, no estoy diciendo que esté bien, pero reconozcamos que tu pareja también es un ser humano y siente, tanto como tú, además de que los hombres funcionan diferente a nosotras.


Antes de que dejes de leer, sé que es incómodo leerlo. Por experiencia propia puedo decirte que es necesario: porque enfrentar la incomodidad nos lleva a transformarnos. Sé que estás pensando que él tiene que cambiar, que él ha hecho A, B, C o D y que todas tus quejas son válidas. Él “debería” ser de otra forma. Sí, también sé que has escuchado a otros coaches o speakers darte toda la razón y decirte que los hombres son todo el problema, claro, es más fácil plantearlo así, decirte lo que quieres oír y de esa forma tú no tienes que hacer nada.


No discuto que los hombres también tienen responsabilidad en que funcione una relación, por supuesto que sí, la pareja es de dos. Tampoco digo que tú no debas expresar lo que quieres y piensas (hay formas de hacerlo), pero una realidad que es sumamente incómoda de aceptar: es que no podemos cambiar a nadie más que a nosotras mismas. Puedes darte cuenta si observas que ninguna cantidad de quejas ha sido suficiente para que tu pareja se comporte exactamente como crees que debería hacerlo.


Has insistido tanto que has considerado terminar la relación, porque así no se puede. Él no es la pareja que “debería” ser, tiene que cambiar y no lo hace. Has llegado al punto de que en la madrugada despiertas y te preguntas: ¿Me quedo o me voy?  La duda que no te deja dormir.


¿Por qué lo menciono? Porque yo también hice lo mismo que tú, quejarme por todo y exigir cambios, sin ni siquiera por un momento pensar si yo tenía alguna responsabilidad. Hace más de once años cuando mi coach me lo hizo ver, me enojé, porque obvio, yo estaba haciendo todo bien. ¡No era cierto!


Conforme fueron pasando las sesiones, mi perspectiva cambió, pasé de sentirme una víctima de la vida a darme cuenta de lo que podía cambiar  si conectaba de nuevo conmigo misma, si me encargaba de mí y de mi felicidad, que mi exterior se empezó a transformar mientras yo hacía el trabajo interior. Empecé intencionalmente a dedicarme tiempo para mí, a aprender a estar conmigo misma haciendo cosas que me hicieran feliz: salir con mis amigas, ir a desayunar sola, volví a leer, a bailar sola en la casa. Empecé a ser yo de nuevo, antes que todo lo demás, me había perdido a mí. Mi relación también empezó a mejorar muchísimo.


¿El proceso fue bonito? No, para nada. Fue duro darme cuenta, enfrentarme a mí misma y sobre todo, reconocer que mi infelicidad venía primero de no ser leal a mí misma, ser todo lo que creía que "debería" ser, aunque me costara quién soy; además, de no dedicar tiempo a mi amor propio y mi felicidad, esperando que todo viniera de afuera. Sumado a estar en una relación que nunca fue para mí pero que el miedo me mantuvo ahí, tratando de convertir a mi ex en lo que yo quería para que me hiciera feliz, cuando ni siquiera éramos realmente compatibles.


Aunque la incertidumbre del futuro me daba miedo, en mi caso, lo mejor fue salir de esa relación y construir una nueva vida. Soy pro-relaciones así que he acompañado a muchas mujeres a quedarse y reconstruir su relación. En mi vida, el amor llegó después, pero esa es historia para otro día.


No te estoy incentivando a dejar tu relación, quédate conmigo un poco más. No promuevo romper relaciones cuando doy coaching, a menos que sea una relación en donde hay violencia de cualquier tipo, infidelidades repetitivas, adicciones o cualquier situación de este tipo. Las motivo a buscar lo bueno de su relación, a trabajar en sí mismas y a darse cuenta de que cuando cambian, todo cambia y cómo una relación se transforma y vuelven a reconectarse, sí, aunque inicialmente solo tú hagas el trabajo. Te impresionarías de ver cuánto puedes impactar positivamente la dinámica de tu relación, cuando cambias tu actitud y te enfocas en llenar tu tanque de amor y felicidad.


Tal vez hoy sientes que tu relación no tiene futuro, que ya dijiste todo lo que te molesta y todo sigue igual, pero ¿has visto hacia adentro?


Para mí, no todas las relaciones son para soltarlas; algunas valen el esfuerzo de reconstruirlas, porque no, no siempre llega alguien mejor, quizás solo eres como era yo antes y como les pasa a muchas, simplemente nadie te enseñó sobre la realidad del amor, las relaciones de pareja y la importancia de cuidar de tu amor propio y felicidad. Y eso tiene solución.


Antes de que decidas dejar esa relación, detente a recordar por qué elegiste a tu pareja, qué aporta a tu vida. Y si aún te queda amor, siempre existe la posibilidad de reconstruir tu relación cuando aprendes a ser una mujer intencional y tienes las herramientas para construir y conservar tu relación, y aquí estoy yo para acompañarte en ese proceso.


Esta semana intenta abstenerte de quejarte y enfocarte en lo que sí valoras de tu pareja, lo que hace bien, y observa qué cambia.


¡Amor y luz!

Tu coach, Chochi


Chochi, the Amor Intencional coach with a warm smile sitting on a couch.

Te acompaño a entrenar la mente para guiar el corazón y

crear la vida y el amor que anhelas.




 
 
 

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